lunes, 15 de abril de 2024

Sobre la misoginia

Tipo misógino
  |   Tipificando a un tipo misógino

Enmarcando conceptualmente el concepto de misoginia, hace referencia a evocar imágenes y sentimientos de aversión o menosprecio hacia las mujeres, y ha sido un fenómeno persistente a lo largo de la historia.

Este odio hacia lo femenino viene de lejos y ha permeado nuestra sociedad en casi todos los ámbitos. Pero ¿cuál es el origen de la misoginia? Y ¿qué significa ser un misógino?

A lo largo del artículo explicaremos qué es la misoginia, cuáles son sus causas y consecuencias, y qué significa ser un misógino. Además, pondremos algunos ejemplos de realidades cotidianas en las que la misoginia hace acto de presencia.

Misoginia: definición y origen del término

La etimología de la palabra misoginia nos lleva a sus raíces griegas: "misein", que significa "odiar", y "gynē", que se traduce como "mujer".

Según la Real Academia Española (RAE), la definición de misoginia es la siguiente: “la aversión a las mujeres o la falta de confianza en ellas”. Este término no solo abarca el desprecio o el odio a la mujer, sino que también refleja un miedo subyacente a que las mujeres desafíen el estatus dominante tradicionalmente asignado a los hombres.

El significado de misógino se relaciona directamente con esta definición, y se refiere a una persona que muestra misoginia o aversión hacia las mujeres. A lo largo de la historia, la palabra misoginia ha sido utilizada para describir una actitud que va más allá de la discriminación de género, implicando una profunda desigualdad y un prejuicio arraigado en la mayoría de sociedades humanas.

La historia de la misoginia se traduce en una marginación de las mujeres a roles subordinados, justificando su exclusión de ciertas funciones sociales. Desde Aristóteles y la Grecia clásica, una sociedad profundamente patriarcal donde las actitudes misóginas eran comunes y socialmente aceptadas, hasta las cacerías de brujas y la imagen de la "femme fatale" en el cine, la historia ha subvalorado y estigmatizado lo femenino, y ha limitado el desarrollo personal de las mujeres. Este legado, fruto de una sociedad patriarcal, ha minimizado cualquier tipo de contribución femenina en ámbitos como el académico, el literario, el social, etc.

¿Qué es ser misógino?

mujer victima de misoginia

Ahora vamos a tratar de analizar qué quiere decir misógino. En pocas palabras, un misógino es aquel que odia a las mujeres y actúa de manera injusta o dañina hacia ellas. Ahora bien, ser una persona misógina implica mucho más que una simple antipatía hacia las mujeres; es una actitud compleja que se manifiesta tanto a nivel cultural como psicológico. Culturalmente, la misoginia se refleja en normas, prácticas y creencias que perpetúan la inferioridad, el desprecio o el odio hacia las mujeres (por ejemplo, creer que se puede hacer lo que se quiera con una mujer, con consentimiento sexual o sin él). Psicológicamente, puede considerarse como una predisposición o un conjunto de actitudes arraigadas que llevan a una persona a menospreciar a las mujeres, ya sea de manera manifiesta o sutil.

Identificar a un misógino no siempre es sencillo, ya que muchos pueden presentarse inicialmente como personas encantadoras y seductoras. Sin embargo, un patrón común en los misóginos es su trato diferencial y despectivo hacia las mujeres en comparación con los hombres. Una persona misógina puede mostrar una conducta inconsistente, prometiendo y no cumpliendo, apropiándose de ideas femeninas sin reconocerlas, y manifestando actitudes tanto demandantes como evasivas en las relaciones sexuales. Estos comportamientos reflejan una actitud subyacente de menosprecio y control hacia las mujeres.

La filósofa Berit Brogaard describe al misógino típico como alguien que selecciona a una mujer específica, a menudo tratándola como un trofeo. En las relaciones, su comportamiento puede variar entre ser excesivamente controlador y desinteresadamente negligente, dependiendo de lo que él perciba que la mujer espera de él. Su competitividad se agudiza especialmente cuando una mujer tiene éxito (ya que esto para un misógino es insoportable), mostrando una doble moral a la hora de evaluar lo que es un hombre y una mujer.

Causas de la misoginia

Víctima de  Misoginia
  |   Víctima de Misoginia

La misoginia surge de una interacción de factores culturales, psicológicos y sociales. En el origen de la misoginia se encuentra la estructura patriarcal de muchas sociedades, donde el poder y la autoridad están dominados por los hombres, relegando a las mujeres a roles subordinados. Este sistema patriarcal perpetúa estereotipos de género y desigualdades, creando un ambiente propicio para el desarrollo de actitudes misóginas.

Además, factores como la educación, los medios de comunicación, las religiones y las normas sociales también juegan un papel importante en la perpetuación de la misoginia. Desde una edad temprana, se transmiten a ambos géneros expectativas y roles específicos que a menudo refuerzan la idea de la superioridad de los hombres y la inferioridad de las mujeres. Esta forma de educar es, a menudo, muy sutil, y no se cuestiona. La falta de una representación equitativa y positiva de las mujeres en los medios y en la cultura en general contribuye a una visión sesgada y estereotipada de las mujeres, lo que refuerza aún más la misoginia en la sociedad. Esta influencia cultural y sistémica puede dar lugar a lo que se conoce como efecto Lucifer, que no es otra cosa que la transformación de personas comunes en perpetradores de maldades.

También existen factores psicológicos subyacentes, como una inseguridad patológica en ciertos hombres, que pueden desencadenar actitudes misóginas. Estas actitudes se utilizan como un mecanismo para afirmar su poder y mitigar sus propias inseguridades a través del menosprecio de las mujeres. Asimismo, hay hombres que pueden sentirse amenazados por la independencia o el éxito de las mujeres, y recurren a la misoginia como una forma de control y dominación. Además, la falta de modelos masculinos positivos que muestren respeto y un trato normal hacia las mujeres también puede contribuir a la formación de actitudes misóginas en los hombres jóvenes.

Por último, si hablamos de las consecuencias de la misoginia, estas pueden ser profundas; desde la discriminación y limitación de oportunidades para las mujeres hasta la incitación de la violencia física y emocional. Esta actitud no solo afecta a las mujeres individualmente, sino que también daña a la sociedad en su conjunto porque perpetúa ciclos de violencia y abuso. La misoginia forma parte del ciclo de la violencia de género, violencia machista o violencia doméstica, ya que estas actitudes negativas hacia las mujeres suelen ocurrir como un paso previo a actos como el abuso doméstico, el acoso sexual, la humillación por la apariencia física o     la violencia vicaria y otras formas de agresión.

Misoginia y manipulación psicológica

Las dinámicas de las relaciones son una danza intrincada; un tango donde el amor y la comunicación sana a menudo se entrelazan, lamentablemente, con juegos de poder y     manifiesta. Pero hay una pareja de baile particularmente siniestra que deja a sus víctimas sumidas en un laberinto único de dudas, confusión y cuestionamiento: el gaslighting. Si bien un bienvenido cambio cultural ha incorporado este acto particularmente malicioso al vocabulario común, un aspecto que se discute con menos frecuencia, pero que se encuentra en el corazón de esta manipulación, es la misoginia .

Esta fuerza generalizada de odio arraigado hacia las mujeres amplifica el impacto del gaslighting, en particular, pero no exclusivamente, contra ellas, al explotar normas sociales y estereotipos de género obsoletos, aunque frustrantemente persistentes. Al examinar cómo las creencias y actitudes profundamente arraigadas de la misoginia hacia las mujeres refuerzan la eficacia de esta táctica psicológica, perpetuando así un ciclo de desempoderamiento y silencio, estamos mejor preparados para desentrañar por completo el tejido opresivo de esta herramienta de abuso psicológico tan dañina, hilo a hilo.

De hecho, esta fuerza generalizada de odio arraigado hacia las mujeres amplifica el impacto del gaslighting, en particular, pero no exclusivamente, contra ellas, al explotar normas sociales y estereotipos de género obsoletos, aunque frustrantemente persistentes. Al examinar cómo las creencias y actitudes profundamente arraigadas de la misoginia hacia las mujeres refuerzan la eficacia de esta táctica psicológica, perpetuando así un ciclo de desempoderamiento y silencio, estamos mejor preparados para desentrañar por completo el tejido opresivo de esta herramienta de abuso psicológico tan dañina, hilo a hilo.

Patriarcado pernicioso y estereotipos siniestros

La misoginia, o el prejuicio arraigado contra las mujeres, es un catalizador del proceso de manipulación psicológica. En una sociedad que históricamente ha retratado a las mujeres como inherentemente menos racionales, más emocionales y, por lo tanto, menos creíbles que los hombres, cualquier desacuerdo sobre los hechos de una situación se inclina considerablemente a favor del hombre, creando un terreno fértil para sembrar la duda y la confusión.

Cuando una persona que se identifica como mujer afirma su perspectiva o cuestiona discrepancias en relatos o comportamientos, quien la manipula, armado con estos sesgos sociales, puede desestimar sus preocupaciones como reacciones exageradas, interpretaciones erróneas o incluso histeria, aprovechando así la misoginia para socavar su confianza en sus propias percepciones y experiencias. (De hecho, el término histeria deriva del griego «hystera», que significa «útero», y antiguamente era una afección diagnosticable atribuida exclusivamente a las mujeres y a menudo utilizada como un garrote para subyugarlas y socavar su autonomía y sentido de identidad).

Sin embargo, el gaslighting puede utilizar con la misma facilidad las cuerdas malignas del patriarcado contra sus potenciales beneficiarios, negando a quienes se identifican como hombres su derecho inherente a sentir y sentir. Esto permite que un gaslighter, independientemente de su identidad de género, genere dudas no solo sobre el contenido emocional de un hombre, sino sobre su derecho a sentir emociones. Los terribles resultados de esta forma de gaslighting individual y social se aprecian claramente en nuestras desorbitadas estadísticas sobre hombres y suicidio.

Estas normas sociales destructivas y estereotipos de género, como la "mujer emocional" y el "hombre racional", desempeñan un papel crucial en la eficacia del gaslighting, actuando como el telón de fondo sobre el que se desenvuelven estas manipulaciones. Al cuestionar los relatos de las mujeres y presentarlos como impulsados por las emociones en lugar de basados en hechos, o al cuestionar el derecho de un hombre a tener diversas emociones o experiencias internas profundas, o al negar a una persona su autonomía para elegir su identidad o expresión de género o, peor aún, al equiparar cualquier desviación de las normas sociales con algo psicológicamente insólito, quienes manipulan a las mujeres utilizan estos estereotipos para deslegitimar las experiencias y la humanidad compartida de sus víctimas, y para afianzar sus propias posiciones de poder.

Trayendo la verdad a la luz

Entonces, ¿qué hacemos? Si queremos oponernos y desmantelar por completo la estructura social de misoginia que le otorga al gaslighting su poder distintivo, debemos adoptar un enfoque multifacético que incluya la concientización , el cuestionamiento de las normas sociales y el empoderamiento de quienes se identifican como mujeres (y como hombres que desafían el patriarcado) para que confíen en sus percepciones y alcen la voz. Esto requiere un esfuerzo colectivo para reconocer y denunciar las conductas de gaslighting, en particular las de quienes comparten la identidad de género del abusador. La educación y la defensa son vitales para cambiar la narrativa, promover la comprensión de cómo la misoginia sustenta el gaslighting como una técnica psicológicamente abusiva y fomentar entornos donde las voces de las mujeres sean escuchadas y validadas.

Esta forma de empoderamiento desempeña un papel fundamental en la lucha contra el gaslighting, la promoción de la seguridad individual y el avance de nuestra sociedad. Animar a las mujeres a confiar en su intuición, buscar comunidades de apoyo y reafirmar la validez de sus experiencias contribuye a reconstruir la confianza que el gaslighting pretende erosionar. La solidaridad entre mujeres y aliados, al identificar y oponerse al gaslighting, crea una fuerza colectiva que puede desafiar y, con el tiempo, transformar las dinámicas de poder y manipulación que se laten en tantas relaciones individuales y en nuestro discurso social.

Perfil de un misógino

Cambios bruscos de personalidad

La ‘bipolaridad’ por decirlo de alguna manera, es una de las principales señales que indican que estás saliendo con un hombre misógino, que en ocasiones se muestra completamente agradable y de un segundo puede presentarse violento contigo o con los demás sin motivo aparente alguno.

Bromea contigo de forma pasivo-agresiva

Si bien, el humor en las parejas es algo fundamental, cuando estás con alguien misógino, las ‘bromas’ suelen estar expresadas en un lenguaje ‘pasivo-agresivo’ que más que hacerte gracia, te hacen sentir incómoda, insegura, vulnerable y hasta humillada, pero “no exageres, es una broma".

Tiene un ego muy inflado

Aunque en ocasiones se puede llegar a confundir la seguridad con el ego, hay una señal muy clara cuando se trata de la segunda, normalmente los hombres misóginos tienen tendencia a hacerte sentir que te están haciendo un favor al estar contigo, y por más que haya cosas que no te agraden, deberías estar agradecida de que te ‘eligiera'.

Denigra tu trabajo

Otra de las señales que indican que estás con un hombre misógino, es el hecho de que denigre tu trabajo, para ellos, tu esfuerzo no vale y lo podría hacer cualquiera o bien, él podría hacerlo mucho mejor que tú, aunque se dedique algo completamente distinto, son altamente competitivos y tú nunca estarás a su alcance.

Doble moral

Para ellos, si un hombre sale con muchas mujeres es todo un campeón, pero pobre de una mujer que haga lo mismo, aun cuando esté en completa libertad y soltería, porque entonces esta se convierte del tipo de la clase más baja, mundana y aberrante que existe. Que no te extrañe, que incluso haya juzgado a una amiga tuya por salir de fiesta sola.

Quiere control

Un hombre misógino querrá controlar hasta el ritmo de tu respiración y la velocidad en la que corre la sangre por tus venas; en las actividades de cama se muestra dominante, cuando estás hablando en grupo te toma fuertemente del brazo en señal de posesión, si estás al teléfono te pregunta constantemente que miras o con quien hablas, por mencionar algunas.

Tipología

Se han perfilado varios comportamientos que permiten hablar de tipologías de misoginia. A continuación se comentan.

Víctima de  misoginia
  |   Víctima de misoginia

La misoginia puede adoptar diversas formas, cada una con sus características y modos de expresión específicos, desde la discriminación sutil hasta la violencia explícita. Veamos cuáles son los principales tipos de misoginia.

Misoginia tradicional

La misoginia tradicional se basa en creencias y estereotipos de género arraigados históricamente, donde las mujeres son consideradas inferiores a los hombres. Esta forma de misoginia se manifiesta a través de actitudes y comportamientos que subestiman las capacidades y los roles de las mujeres, relegándolas a posiciones secundarias en la sociedad.

Misoginia violenta

Misoginia violenta
  |   Víctima de Misoginia violenta

La misoginia violenta incluye actos de agresión física, emocional o sexual dirigidos específicamente hacia las mujeres. Esta violencia puede ser tanto explícita como sutil, y abarca desde el abuso doméstico y el acoso sexual hasta formas más encubiertas de intimidación y control. Este tipo de misoginia es especialmente peligrosa porque busca dañar directamente a las mujeres y minar su dignidad.

Misoginia institucional

La misoginia institucional se refiere a las políticas, leyes y prácticas que se dan en organizaciones y estructuras sociales que mantienen desigualdades de género y discriminación hacia las mujeres. Las consecuencias tienen que ver con la brecha salarial, una menor representación de mujeres en posiciones de liderazgo y la falta de políticas de apoyo a las mujeres en el ámbito laboral y social.

Misoginia digital

La misoginia digital se manifiesta en el entorno virtual, especialmente en redes sociales y foros en línea. Incluye ciberacoso, comentarios sexistas, difusión de imágenes sin consentimiento y discursos de odio dirigidos a mujeres. Esta forma de misoginia puede tener un impacto muy negativo en la     de las mujeres, además del hecho de que perpetúa una cultura de impunidad y anonimato que protege a los agresores.

Misoginia interiorizada

¿Alguna vez has escuchado frases como “yo me llevo mucho mejor con los hombres que con las mujeres” o “los hombres son buenos amigos, las mujeres son chismosas”? Por otro lado, también es posible que al menos una vez en tu vida hayas sentido al resto de mujeres como “la competencia” o que hayas hecho una comparación entre tú y otra mujer haciendo menos una característica suya.

Hablamos de la Misoginia interiorizada. Es evidentemente, otro cncepto que se enrola en la tipología de misoginia, pero que merece una explicación algo más detallada.

De acuerdo con un artículo de Centro de la Mujer de la Universidad de Missouri-Kansas City, la misoginia interiorizada es cuando las mujeres proyectan inconscientemente ideas sexistas en otras mujeres e incluso en sí mismas.

La misoginia interiorizada implica perpetuar comportamientos, ideas o estándares que nos impiden alcanzar la equidad en la sociedad y siguen permitiendo la violencia.

Puede ocurrir de manera totalmente inconsciente y no discrimina edad o situación socioeconómica.

La misoginia interiorizada o internalizada se da cuando las mujeres asimilan y reproducen actitudes misóginas contra sí mismas o contra otras mujeres. La misoginia entre mujeres lleva a cuestionarles su propio valor, a limitar sus aspiraciones y a perpetuar estereotipos negativos contra su propio grupo social. Algunos ejemplos para entender lo que es la misoginia interiorizada son la autocrítica excesiva, la justificación de la desigualdad y la discriminación o la aceptación de los roles de género restrictivos.

Puede ser difícil identificar la misoginia interiorizada. Por la sociedad en que crecimos, tenemos muchas nociones preconcebidas sobre cómo debe existir una mujer, que se derivan de las expectativas sociales y las normas de género.

Por eso es “normal” que alguna vez (o muchas veces) hayas dicho cosas que entran en el concepto de misoginia interiorizada.

Actitudes que hemos tenido con otras mujeres las hemos ido aprendiendo en nuestro día a día, en conversaciones entre amigas, en la televisión, en los medios de comunicación, etc.

Toda una cultura aprendida sin querer, formando nuestra “personalidad” y moldeando nuestra forma de pensar y actuar para hacernos sentir peor.

Las frases que te dijimos al principio, son un ejemplo clásico de misoginia interiorizada. Así como lo puede ser sentir “amenaza” porque percibes a una mujer como “más guapa” o “más inteligente” que tú.

Otro ejemplo de misoginia interiorizada es hablar despectivamente de otras mujeres porque no comparten los mismos intereses o estilos de vida que tú: si se arregla mucho, si no se arregla nada, si se interesa en cosas que tú consideras banales o si se interesa en cosas “de hombres”.

Impacto en hombres y niños

La misoginia no solo afecta a mujeres y niñas. Perpetúa estereotipos dañinos sobre la masculinidad, presionando a los hombres a conformarse con ideales rígidos de dominio y represión emocional. Esto puede dificultarles expresar sus emociones, disuadirlos de buscar ayuda y apoyo si los necesitan y contribuir a un deterioro de su salud mental.

Los hombres influenciados por actitudes misóginas también pueden tener dificultades para forjar relaciones sanas y respetuosas, sobre todo porque las creencias misóginas pueden disuadirlos de expresar vulnerabilidad o     Dado que las últimas estadísticas de los Samaritanos muestran que las tasas de suicidio masculino en el Reino Unido son más del triple que las femeninas, es importante ser conscientes de cómo la misoginia puede afectar tanto a hombres como a mujeres.

Machismo y misoginia. Diferencias

En un contexto como el actual, en el que los feminicidios son más que una estadística, “debemos preguntarnos si las agresiones a las mujeres son consecuencia de una misoginia latente en una mayoría de hombres machistas a los que nada ni nadie les ha puesto un alto”, consideró el Dr. Josman Espinosa Gómez, docente investigador de la Escuela de Psicología de CETYS Universidad Campus Mexicali.

Mientras que el machismo consiste en conductas, creencias y comportamientos que promueven, reproducen y refuerzan formas discriminatorias contra las mujeres, al mismo tiempo que crean una polarización de los roles y estereotipos que definen lo masculino de lo femenino, la misoginia es la aversión, odio y creencia de que los hombres son mucho mejores que las mujeres. Ambos promueven conductas, creencias y comportamientos discriminatorios contra las mujeres.

Pero, no son lo mismo. Mientras que la misoginia se fundamenta en el odio hacia la mujer, el machismo no tiene que estar necesariamente basado en el odio, sino suele estar asociado a una serie de dinámicas relacionales de control y/o sumisión que han sido normalizadas a lo largo del tiempo.

Debido al aumento de la presencia femenina en el ámbito laboral, la misoginia se ha puesto más de manifiesto en los últimos años porque el hombre tiene que relacionarse más con la mujer y por lo tanto tiene más oportunidades de demostrar su aversión o de rehuir su trato. Este tipo de patologías provienen de la evolución de la sociedad. Las circunstancias cambian, pero quedan residuos del pasado, ideas equivocadas que se adquieren por aprendizaje, siendo la misoginia un concepto erróneo que se mama en casa.

“Tenemos que aprender a distinguir la delgada línea que separa el machismo de la misoginia, sus límites, a veces, son inexistentes. Muy a menudo, el machista es un claro misógino. Según los psicólogos, tras todo misógino hay un hombre inseguro, originado del miedo a perder su posición de poder, añadido quizás a cierto complejo de inferioridad. El comportamiento del misógino se dirige directamente a mostrar y exhibir su superioridad infravalorando, e incluso llegando a humillar a la mujer”, detalló el especialista.

El yo débil que caracteriza al misógino frecuentemente utiliza mecanismos de defensa como la inhibición y la represión, a menudo enclaustrados en un clima de celopatía. El odio a la mujer es manifestado, sobre todo, en el terreno profesional. Muchos hombres no aceptan el acceso de la mujer a puestos de mayor responsabilidad, y este recelo puede fácilmente transformarse en odio puro, lo cual se traduce en hacerles la vida imposible a sus novias, a sus mujeres o a sus compañeras de trabajo.

Diferencia entre misoginia y misandria

No hay que confundir la misoginia con la misandria. La misoginia, como ya hemos explicado a lo largo del artículo, se refiere al odio, desprecio o prejuicio contra las mujeres, mientras que la misandria es lo contrario de misoginia, es decir, el odio, desprecio o prejuicios hacia los hombres.

Una diferencia clave entre la misoginia y la misandria radica en su prevalencia y manifestación en la sociedad. La misoginia siempre ha sido más visible históricamente y se ha vinculado al machismo y al sexismo en general. Por su parte, la misandria, aunque también existe, ha tenido una presencia y un impacto históricamente menores en las estructuras sociales y culturales.

Ejemplos de misoginia

La misoginia sigue siendo el pan de cada día para muchas mujeres en diversas situaciones de su vida diaria. A continuación, presentamos algunos ejemplos y señales de comportamiento misógino en diferentes ámbitos.

Misoginia en el trabajo

La misoginia laboral es un claro ejemplo de cómo estas actitudes de rechazo y odio pueden infiltrarse en el ámbito profesional. Desde comentarios sexistas de un misógino en el trabajo, hasta la brecha salarial y el techo de cristal, las mujeres a menudo tienen que hacer frente a dificultades únicas debido a este fenómeno.

Misoginia en la industria musical

La industria musical tampoco es ajena a los casos de misoginia. Desde letras de canciones que perpetúan estereotipos hasta la “cosificación” de las mujeres en videos musicales, la misoginia en la música es un reflejo de cómo la cultura popular puede influir y perpetuar estas actitudes negativas.

Misoginia en la literatura

Históricamente, la literatura también ha reflejado y a veces perpetuado la misoginia y una visión negativa de la mujer. Desde la representación de personajes femeninos en roles secundarios y estereotipados hasta la falta de reconocimiento de autoras, por ejemplo.

Misoginia en línea y fuera de línea

La misoginia en línea es un tipo de abuso en línea que puede incluir comportamientos hostiles, discriminatorios o abusivos hacia las mujeres en espacios digitales, como plataformas de redes sociales, foros, comunidades de videojuegos y otros entornos en línea. Algunos ejemplos de misoginia en línea incluyen:

  • Acoso y ciberacoso: como el envío de mensajes abusivos, amenazas o comentarios despectivos dirigidos a las mujeres.
  • Doxing: incluye revelar públicamente información personal (por ejemplo, direcciones o números de teléfono) para intimidar o poner en peligro a las mujeres.
  • Trolling: Publicar comentarios incendiarios o misóginos para provocar respuestas emocionales o silenciar a las mujeres en línea.
  • Pornografía de venganza: incluye compartir fotografías o vídeos íntimos de mujeres sin su consentimiento como forma de castigo, control o humillación.
  • Acoso sexual en línea: esto podría incluir enviar contenido sexual no solicitado, hacer comentarios lascivos o participar en conversaciones sexualmente explícitas sin consentimiento.
  • Exclusión de los espacios digitales: esto podría incluir marginar o silenciar intencionalmente a las mujeres en las comunidades en línea, particularmente en áreas dominadas por hombres, como foros de juegos o tecnología.
  • Discurso de odio e insultos de género: uso de lenguaje degradante o discurso de odio en línea para atacar la identidad, la apariencia o las opiniones de las mujeres.

Bibliografía consultada:

 

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